Reflexionemos…
Cuando Dios juzga, no quiere que su pueblo se atemorice. Dios no viene para perjudicar, sino para defender a los justos.
El Señor quiere que te muestres valiente. Valiente.
Los que gozamos de la presencia de Dios, deberíamos demostrar
una gran fortaleza. El Señor puede venir de repente, por eso no
deberíamos ser sorprendidos por ninguna cosa repentina.

La serenidad en el peligro y en medio de las calamidades es un don precioso del amor divino.
El Señor quiere que sus escogidos tengan discernimiento para comprender que la ruina de los impíos no discernimiento es una calamidad para el mundo. La única calamidad es el pecado, el castigo que le sigue es como la sal que impide la corrupción de la sociedad.
Deberíamos indignarnos mucho más contra el pecado que nos merece el infierno, que no contra el mismo infierno, que es consecuencia fatal del pecado.
Asímismo, el pueblo de Dios debe manifestar la quietud de su espíritu. El diablo y su simiente están llenos de engaño; más los que están con Dios jamás caerán en sus lazos seductores.
Sigue adelante, tú que crees en Jesús y deposita en Jehová toda tu confianza.

«No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso»
Proverbios 3:25-26
— Pastor Alberto Soledad
